“No podemos competir con computadoras y máquinas” aseguran.
Durante los últimos meses hemos presenciado de la opinión pública el descontento por las malformaciones de los textiles y artesanías de Oaxaca, a través de pronunciamientos en redes sociales, de manifestaciones y rechazos del desplazamiento de artesanías como parte de las campañas publicitarias de empresas locales, nacionales e internacionales, sin embargo, no se toman en cuenta a quienes han conquistado el mercado a través del malbaratamiento de los productos artesanales.
Parte de esta conquista se instaura en la región del Istmo, a través de maquiladoras computarizadas que realizan una alta producción de textiles de varios estilos, entre ellos, los huipiles de cadenilla, hechas artesanalmente con máquinas de pedal o los huipiles con flores que se tejen o bordan en bastidores de maderas y con un detallado procedimiento.
“Vienen de China y se quedaron en la región”
Vienen de China y se quedaron en la región, aseveró la Señora Juana, artesana de textiles con más de 30 años de dedicarse a tejer y bordar trajes típicos en la región del Istmo, luego de que, se le comentará la influencia de las maquiladoras y el impacto con su trabajo.
La artesana aseguró que en estos tiempos es más fácil conseguir textiles baratos por varias opciones, la principal, el poder adquisitivo de las personas y la falta de información respecto a las características de un auténtico huipil que se utiliza, además de que, son más rápidos y fáciles de adquirir, desplazando completamente el trabajo artesanal y acaparando el mercado con estas prendas de bajo precio y “más cómodas”.
“Como artesana uno debe adaptarse a vender los productos porque no hay de otra, yo no me dedicaba a venderlos, pero la gente lo pide y uno lo tiene que ofertar, sino, pues no tenemos ingresos, pues no se compite con algo que cuesta $150 pesos” dijo.
Su elaboración y la enorme brecha en los precios
“No es lo mismo comprar una prenda que ronda en los 3 mil pesos, a una que está en 300 o 400 pesos” dijo la artesana Lourdes, quien con 25 años de trabajo y al igual que la señora Juana, consideró que la competencia es abismal, pues las grandes producciones no permiten que los talleres compitan entre sí.
Los factores son determinantes, por una parte, las maquiladoras realizan a través de un procedimiento computarizado el trazo de las flores que se van a tejer, se ponen otros materiales como un forro y un pellón para que el hilo pueda adherirse y las flores se vean más detalladas y con los menos errores posibles, el hilo que se utiliza no siempre es de baja calidad, sin embargo, son más delgados que lo utilizado por las artesanas.
La producción es a corto plazo y en grandes cantidades, repitiendo las prendas cuantas veces sean necesarias, por lo que, el precio llega a ser completamente inferior a un trabajo artesanal, rondando entre los 300 y 500 pesos en huipiles y 5 mil pesos en trajes completos.
Por otra parte, los productos artesanales, a diferencia de los computarizados, son elaborados a largo plazo y lo que determina su autenticidad, es que, no son prendas repetitivas ni fáciles de hacer, pues un huipil tiene dibujos diferentes a otros, además de que, los hilos y el forro utilizado son de alta calidad para poder proteger estas artesanías de cualquier escenario, sobre todo, cuando son llevados a tintorerías y lavanderías.
La elaboración de un huipil ronda entre los 7 y 15 días, en un promedio de precios entre los $2,500 y $3,000 pesos, mientras que, la elaboración de un traje se encuentra entre los 5 y 6 meses, con un promedio de precios entre los $25,000 y $30,000 pesos, lo que deja sin competencia a las artesanas con las maquiladoras, quienes acaparan el mercado y tergiversan el verdadero trabajo artesanal.
El impacto de la pandemia y la inflación en los precios
Desde la perspectiva de las artesanas, Juana, Lourdes y Antonia, durante la pandemia, el trabajo no se detuvo tan drásticamente, pues se realizaba desde casas y a través de “encargados” por periodos de meses, sin embargo, por otra parte, respecto a la inflación, el impacto ha sido más notorio con relación a los insumos que se compran para realizar los textiles, aunque, una vez terminado el trabajo artesanal, los precios no son reajustables por la cantidad en que se ofertan, por lo que, no se puede aumentar más su precio.
En este sentido, nos dimos a la tarea de recabar la información sobre el impacto de estas dos características con proveedores de las maquiladoras, la respuesta con relación a la pandemia ha sido que, al igual que las artesanas, la producción no se detuvo nunca, puesto que, las ventas se acoplaron a ventas digitales a través de las redes sociales, sin embargo, con relación a los precios por la inflación, los productos sí han aumentado alrededor de un 25% más.
“Antes de la pandemia, un huipil nos lo ofrecían a $120 pesos, ahora nos lo ofrecen a $150 por el aumento de los precios y los insumos, entonces, tenemos que reajustar nuestros precios para el mercado, pero aun así, resulta más barato para nuestros clientes”, argumentó una comerciante de estos productos de la ciudad de Juchitán de Zaragoza.
“Obviamente, vendemos más los productos a máquina, son los más baratos, lo que se lleva la gente, pocas veces buscan los trabajos a mano, ya sea por una ocasión especial; una boda, unos quince años o algo respectivo que tenga que engalanar a la mujer istmeña y pues si es lamentable, pero tenemos que venderlo, pues es un sustento” aclaró la comerciante.
Hacia una legislación que respalde a las artesanas
Debido al trabajo único que representan los textiles de las diferentes regiones del estado, especialmente del Istmo, artesanas dieron a conocer que muchas veces se pasa por desapercibido el plagio o malbaratamiento de sus artesanías por parte de tiendas locales y extranjeras que solo se dedican a vender artesanías y textiles, por lo que, se pide una protección a su trabajo a través de una legislación que ampare la labor de la artesana istmeña y se le otorgue una distinción en cada una de sus prendas.
“Cada pueblo tiene su estilo de tejer, bordar, por ejemplo en lugares donde hacen los huipiles de cadenilla con máquinas de pedal, es decir, 100% artesanal, no tiene la distinción de un huipil hecho por las máquinas computarizadas” explicaron.
En este sentido, se exhortó a las instituciones públicas y a la propia legislación otorgar la protección a cada artesana independiente y con taller en la región del Istmo, proyecto que debe darle el distintivo y respeto a cada una de las prendas que se realizan con entrega y amor.