La reciente visita del presidente López Obrador al primer gobernador morenista de Oaxaca no tuvo contratiempos, aunque en la reunión de Huatulco, solicitó a Salomón Jara y a la secretaria de Bienestar presidir asambleas en 31 municipios (de la costa y sierra sur) para recoger los sentimientos de la gente y tener certeza de que ninguna persona damnificada por el huracán Agatha se haya quedado sin apoyo. A mediados de abril regresará el presidente para conocer esta evaluación y dar fin a la contingencia natural que afectó a localidades muy pobres.
El mandatario no se guardó el elogio a Alejandro Murat quien, dijo, se portó muy bien, porque no había distinción partidista, entendiendo que el presupuesto es de todos, no de algún partido político. Esta declaración pudiera no gustarle a quienes en el discurso mencionan notables actos de corrupción del mexiquense, pero no han presentado querella formal para castigarlo a él y a sus funcionarios. Nadie tiene duda de que es un ladrón y saqueador como su padre. Ahora falta comprobarlo.
El mandatario es hombre de señales y generoso. Con Salomón Jara fue pródigo al recordar que los hermanan los recorridos por los 570 municipios del estado para promover la transformación, por lo que no tiene derecho a fallar. Con esta expresión, el presidente le puso la vara muy alta para que encabece un buen gobierno.
En tono coloquial le dijo también que gobernar Oaxaca le quita el sueño a cualquiera, porque quien gobierna mal, si duerme, le genera pesadillas. Y apoyándose en nuestros héroes locales comentó que, si es que duerme tranquilo, los fantasmas del Benemérito y los hermanos Flores Magón le jalan de los pies. De las patas, pues.
De su lado sonreía satisfecho Salomón y muy en su papel el titular de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, conductor de la reunión, quien tiene como función enterarse del arranque de cualquier administración, mucho más tratándose de quienes llegaron abanderados por el partido del presidente.
El colmillo tabasqueño dio muestras de que en política la forma es fondo, porque la transformación de Oaxaca, entendida como mejoramiento de las condiciones en que habitan sus cuatro millones de habitantes, requiere de algo más que promesas de que ahora sí se harán las cosas diferentes, mediante un nuevo modelo de gobierno honesto, de territorio y no de escritorio, y rescatando el espíritu colectivo como forma organizacional comunitaria.
Si Oaxaca va en la ruta correcta o no, será el pueblo el que comience a calificar o reprobar a esta administración. Si la calificación fuera positiva, como muchos esperamos, se hará sinergia con el gobierno federal que no tiene contemplaciones en la lucha contra la corrupción, contra las inercias del pasado y sobre prácticas heredadas del viejo régimen como: el tráfico de influencias, el uso patrimonialista del poder, la corrupción en la construcción de obras, el nepotismo y la colocación de favoritos sin experiencia en el servicio público. Emular a AMLO no es poca cosa: es un imperativo ético y moral que escasea mucho en la política.
Dos temas urgentes tenemos a la vista: la conclusión de la vía Oaxaca-Puerto Escondido y la basura. Tuvo que ser el mismo presidente quien llegó a la zona en conflicto a proponer una solución de justicia, a fin de que permitan continuar los trabajos de 15 kilómetros de la súper carretera pues, de lo contrario, ya se planea una ruta alterna.
Esta semana al parecer, gracias al concurso de los gobiernos federal y estatal, ya existe un principio de acuerdo favorable a las demandas de los pueblos en conflicto (San Vicente Coatlán-Villa Sola de Vega) a fin de hacer lo que en justicia corresponda, más allá de lo que la autoridad agraria dictaminó en el diferendo limítrofe que ha costado vidas y zozobra en la zona. Si en los próximos días se pacta una solución definitiva, este mismo año se reabrirá la puerta al turismo y al comercio con una novedosa y ágil vía de comunicación.
Ahora corresponde a la nueva clase gobernante estar a la altura de la conducta personal y política del presidente, pues las elecciones federales están a la vuelta del próximo año. Y estas serán una especie de referéndum que califique si la “primavera oaxaqueña” cumplió con las expectativas o terminó siendo más de lo mismo, solo que con un color y personajes diferentes. Primera visita, primera. ¿Y respecto a la basura? La voluntad política y el espíritu de cooperación con el otro, ayudará a una pronta solución.
@ernestoreyes14