Jazmín GÓMEZ
“¿Dónde está la podredumbre?, la fuente que genera actitudes de violencia y de mal… he hablado de la educación y la política como algunas de las causas, mientras esto no se enderece vamos a seguir sufriendo”, refiere el Arzobispo de Oaxaca José Luis Botello al señalar el robo sacrílego cometido recientemente en la parroquia de San Lorenzo Cacaotepec en donde sustrajeron ostias de una de sus capillas.
En este sentido, expresó que uno de los espacios en donde también se genera la violencia es el trabajo, pues se vive una crisis profunda con sueldos mínimos que ni siquiera cubren las necesidades de la familia, mientras por un lado aumenta el desempleo, se incrementa el costo de los alimentos ocasionando que muchas familias vivan sin lo indispensable para una vida digna.
Abundó que por otra parte no faltan quienes viven bien sin necesidades materiales, con oportunidades para superarse, pero ni trabajan ni sirven bien, viven de la injusticia, lo que es tierra fértil para la corrupción, la impunidad y la violencia.
“Urge reflexionar y tomar conciencia, cual es la causa de esta grave crisis, vaciar el trabajo de su sentido, de su finalidad e importancia para la vida, así se reduce en solo instrumento para ganar dinero y poder, entonces se corrompe y desgastan vidas y desde ahí se roba, se cometen injusticias y se mata”, señaló.
Invitó a reflexionar en que a través del trabajo y las relaciones con otras personas se descubren las propias capacidades, las limitaciones, la persona se conoce, muestra y proyecta con otras, si se relaciona bien y trabaja con honestidad se forja y fortalece la propia identidad.
“Una persona es más que su trabajo, más que albañil, doctor o profesionista, la persona tiene necesidades, sentimientos e ideales que son motor para el trabajo, los ideales más importantes y nobles orientan la vida al bien de la familia, de personas concretas y de la sociedad. Cuando cultivamos estos ideales le ponemos corazón al trabajo”, refirió.
Finalmente agregó que la sociedad debe exigir a los responsables de cumplir su cometido, pues es la que paga la educación, los servicios públicos, y los principales responsables de impulsar la educación son gobernantes, maestros y maestras, padres y madres de familia, así como empresarios, empresarias y la propia iglesia.