Después de un largo y turbulento proceso interno, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo fue elegida candidata presidencial para encabezar la defensa del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en el proceso electoral del 2024. Consolidando así un momento importante en la historia de México, y al parecer inevitable, en el cual el próximo año nuestro país tendrá a su primera mujer presidenta, ya sea emanada del régimen o de la oposición. Sin embargo, el ex secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Luis Ebrard Casaubón dio a conocer que existieron diversas supuestas irregularidades en el proceso de selección del candidato y en el conteo de votos en las urnas de la encuesta interna de Morena que pudieron comprometer los resultados.
Incluidos los obtenidos por la empresa “Marcaei”, encuestadora que fue propuesta por el mismo excanciller, y avalada, por orden de prelación, en la reunión de la Comisión Nacional de Encuestas de Morena, cuando el senador Ricardo Monreal retiró la empresa encuestadora que había propuesto, y que otorga el 39.3% de preferencias a Sheinbaum y el 25.9% a Ebrard. Teniendo la misma tendencia de las otras tres encuestadoras avaladas que también dieron por ganadora a la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
En este contexto, un día después de que se conocieran los resultados oficiales de la encuesta de Morena, el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió a Ebrard, que se decidiera por apoyar a la transformación y pensara en el interés superior. No obstante, el excanciller ha marcado su distancia y, por el contrario, al interior de Morena lanza su organización civil llamada “El Camino de México” para organizar a sus simpatizantes. Y, aunque por el momento no es un partido político, lo cierto es que es que este movimiento tiene ese objetivo como meta. En un claro intento de imitar el camino que llevó a López Obrador a Palacio Nacional.
En paralelo, Ebrard también presentaba una denuncia ante la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en contra de la Comisión de Honor y Justicia de Morena, para obtener la nulidad y reposición del proceso interno. Este recurso de queja en contra del proceso por la Coordinación de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación fue aceptado el pasado 30 de septiembre por la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena.
Iniciando con esto un momento de quiebre y de crisis de credibilidad y estabilidad política desde el interior de Morena. Situación que en caso de no solucionarse de manera adecuada hará implosión y tendrá un efecto irreversible en los próximos seis años.
Al respecto, la extensa bibliografía en materia de ciencia política, respaldada por diversas investigaciones sobre disciplina política y trabajo legislativo, coinciden en que la disciplina partidista es un elemento indispensable para la consolidación y sobrevivencia de cualquier partido político. Además de ser benéfica para el sistema político de cualquier país ya que permite simplicar el proceso de negociación entre el ejecutivo y los distintos líderes partidarios. Así como también posibilita evitar la sobreproducción de leyes particularistas y la subproducción de leyes con beneficios para grupos políticos internos.
Pero, sobre todo, la disciplina partidista obliga a no anteponer los objetivos personales al general, siendo éste la sobrevivencia y fortalecimiento del partido político a lo largo del tiempo.
En la teoría política a esta dinámica se le conoce como la Teoría de la Ambición, misma que establece que con el fin de ganar ventajas electorales y ganar credibilidad en el largo plazo, las estrategias encaminadas de un partido tiene a la lealtad como principal pilar institucional a pesar de que el contexto no sea beneficioso para la causa personal.
En México, durante el largo periodo de dominio de un solo partido sobre el sistema político mexicano se logró tener el control interno partidista. De acuerdo con diversos analístas políticos, dos características institucionales han influyeron en el funcionamiento del sistema político mexicano durante la hegemonía del Partido Revoucionario Institucional (PRI): en primer lugar, la verdadera figura de autoridad del partido no residía en el propio Congreso, sino en la Presidencia de la República; en segundo lugar, los grupos parlamentarios del PRI en las dos cámaras del congreso demostraban un alto grado de unidad partidista.
Principio que contrasta con el escenario actual, en el cual diputados afines a Marcelo Ebrard trabajan en una propuesta para influir en el presupuesto del 2024, misma que darán a conocer en esta semana. Y aunque han puntualizado que esta estrategia no es un acto de rebeldía, sino que están abonando a la construcción democrática en la asignación del presupuesto, lo cierto es que la interpretación entre líneas para el actual momento político indica lo contrario.
Además, uno de los rasgos distintivos del presidencialismo mexicano en la época priista fue que la autoridad del jefe del Ejecutivo no emanaba de sus derechos constitucionales sino de su capacidad para movilizar a voluntar el apoyo disciplinado de las mayorías priistas en el Congreso y en el territorio. Característica que hoy en día el presidente no cumple en su totalidad, porque a pesar de su buen nivel de aprobación no existe claridad en su manejo y consenso dentro de su propio partido.
A pesar de que la hegemonía del PRI fue debilitándose al paso de los años, lo cierto es que su disciplina partidista resultó muy exitosa por muchas décadas. Caso contrario, por ejemplo, al Partido de la Revolución Democrática (PRD) que, como consecuencia de las tribus internas como forma de organización, han deteriorado al partido al grado de que en las próximas elecciones termine por desaparecer.
Hoy, Morena se enfrenta al reto fundacional para sobrevivir después del 2030. Si no se implementa una disciplina partidistia en este momento a los que quieren actuar como tribu, Morena se autodestruirá. La teoría política es clara, la fortaleza de un partido político son su cohesión y disciplina, como lo fué el pri en sus tiempos hegemónicos. Cuando en el PRI se debilitó la disciplina, aparecieron los Monreal. Cuando en el PRD se articularon tribus vino la pelea campal por los cargos.
En Morena ya se muestran los primeros indicios. Antes de que se dieran a conocer oficialmente los resultados de la encuesta, en una reunión privada con sus colaboradores el excanciller fue poco caballeroso y sumamente misógino al argumentar que “no se someterían a esa señora”. Y aunque horas más tarde sus colaboradores trataron de suavizar el tono, lo cierto es que ya había demostrado su verdadero rostro, pero también ya había dado a conocer la línea que manejará en caso de no ser él el candidato presidencial.
Pretender pluralidad y respeto en diferencias, no consolida a ningún partido político. Y aunque Ebrard ha señalado que los tiempos actuales son distintos a los de la época del PRI, lo cierto es que la disciplina debe de ser siempre un pilar si lo que se quiere es trascender un proyecto político, como el de la cuarta transformación. Del cual el excanciller se dice parte.
Por tanto, Marcelo y sus huestes, deben ser expulsados, para sentar precedentes; porque aunque es cierto que los momentos actuales son de cambio de paradigma. También es una realidad que el fondo de la situación se trata de la viabilidad y consolidación del proyecto de transformación diseñado por Andrés Manuel López Obrador. Claro, siempre y cuando el presidente aún cuente con la fuerza política para lograrlo, de lo contrario, la historia política de Morena solo será debut y despedida.