La migración es parte de la historia sobre la adaptabilidad de la humanidad desde sus orígenes. De acuerdo con el reciente estudio A climatic context for the out-of-Africa migration el motivo de la primera migración del ser humano fue por el cambio del clima en el cuerno de África, pasando de una fase húmeda denominada Sáhara Verde a tener condiciones de sequía más agudas que las que podemos encontrar en la actualidad. Provocando escasez de recursos y la necesidad de buscar mejores condiciones para vivir.
Actualmente, la razón principal de la migración en el mundo no ha cambiado. Los flujos migratorios se alimentan de personas que migran para mejorar sus condiciones de vida, huyendo de su país de origen por situaciones de violencia social, pobreza, hambre y por las condiciones que se viven en los denominados narcoestados. De acuerdo con datos del Banco Mundial, alrededor del 2.3% de la población mundial vive fuera de su país de nacionalidad por alguna de las razones mencionadas.
El Banco Mundial también señala que la migración conlleva beneficios para el país de destino que dependen de las características individuales de los migrantes y de la organización que se tenga en los países de tránsito. Como el caso de México, país de origen y de tránsito migratorio, que desafortunadamente ha sido rebasado por este fenómeno. Dos son los orígenes de esta situación. Por un lado, la debilidad institucional del Instituto Nacional de Migración; por otra parte, por la presencia de grupos del crimen organizado a lo largo de todo el camino que recorren los migrantes durante su paso por México.
Entre desapariciones, muertes, extorsiones y secuestros, México se han convertido en un infierno imparable, teniendo diversos sucesos que han destapado el horror que padecen los migrantes. Desde la masacre de San Fernando, Tamaulipas en el 2010, hasta el secuestro de 100 personas extranjeras por parte de un grupo criminal en San Luis Potosí en abril del 2023, solo por citar algunos ejemplos.
Sin embargo, las consecuencias del estancamiento del paso migratorio en México se han agudizado en los últimos años por el aumento de las caravanas migrantes y los obstáculos impuestos por parte del gobierno de Estados Unidos. Pero también porque de a poco México se está convirtiendo en un país de residencia para migrantes, situación que ha llevado a éstos a buscar una forma de sobrevivir, ya sea por el camino de la honradez o por la elección del dinero fácil.
En Ciudad Juárez, por ejemplo, los comerciantes y ciudadanos de la zona del centro histórico han señalado que desde mediados del 2023 los migrantes varados han cometidos diversos delitos como robo hormiga, alteración del orden público y robo de celulares. En la Ciudad de México, por otra parte, se tiene registro que durante el 2022 y 2023 del total de criminales detenidos por cometer ilícitos como la clonación de tarjetas, robo a cuentahabientes y casa habitación, el 49% son extranjeros.
No obstante, lo más grave y que puede marcar un antes y un después en el análisis del flujo migratorio, es lo sucedido el pasado 20 de febrero en el municipio de Tumbiscatío, en la región de Tierra Caliente en Michoacán, cuando un grupo de civiles armados sostuvieron un enfrentamiento con militares. En la refriega, dos personas perdieron la vida y otros tres fueron detenidos, los cuales informaron ser de origen venezolano, incluidos los fallecidos. Este suceso es un claro indicador negativo de los distintos efectos de la migración masiva y sin control en México.
De acuerdo con Abraham Monarez, representante de Agenda Migrante A.C. asociación dedicada a ofrecer condiciones para una migración ordenada y humana en México, en su paso por nuestro país los migrantes han dejado de ser solo víctimas de las redes del crimen organizado que operan en el país, y han pasado a formar parte de sus filas como sicarios, o reclutados para la venta de drogas al menudeo o traslado hacia los Estados Unidos como en el caso de diversas ciudades de la frontera norte.
Este escenario también es muestra del fracaso por parte del Estado México en el combate a las redes criminales y del narcotráfico. Que, por el contrario, se han fortalecido financieramente y, en consecuencia, han mejorado su infraestructura y modelos de negocio. Teniendo presencia internacional, con redes y hegemonía criminal fuera de México. Esto sugiere que la corrupción y complacencia del sistema político y de la gestión del gobierno federal mexicano de los últimos 34 años, incluido el actual, han permitido el nacimiento y consolidación de los grandes cárteles mexicanos.
A inicios del presente año, Ecuador vivió una ola de violencia vinculada a las bandas narcotraficantes que han transformado a este país en un actor clave en el comercio mundial de narcóticos. Y aunque siempre ha sido una plataforma logística para las organizaciones del crimen organizado, en los últimos 15 años este país sudamericano registra la presencia de organizaciones mexicanas en las dinámicas locales del crimen, imponiendo sus leyes y condiciones.
Las autoridades ecuatorianas tienen pruebas que desde el año 2009 existe la participación de carteles mexicanos en actividades de narcotráfico, el mismo Guillermo Lasso, ex presidente de aquel país, reconocía que ya no se enfrentan a una delincuencia común, sino a los más grandes carteles de la droga del mundo.
De acuerdo con la fundación InSight Crime, que investiga temas sobre el crimen organizado, narcotráfico y seguridad ciudadana en América Latina y el Caribe, en Ecuador a partir del 2019 se ha registrado un aumento del 30% en el tráfico de droga. Solo por mencionar un ejemplo, al cierre del 2019 se incautaron 79 toneladas de drogas, pero para finales de 2023 se tiene registro de 206 toneladas decomisadas. Además, durante el 2023 se cometieron un total de 3,513 asesinatos relacionados con las organizaciones criminales mexicanas, lo que representa un aumento del 58% respecto al 2022. Este violento escenario es consecuencia de la disputa por el negocio de la droga entre dos grandes organizaciones criminales, el Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación, y, de no tener una estrategia realmente eficiente, en poco tiempo en este grupo estaría incluida La Familia Michoacana.
Ante la escalada de violencia en Ecuador, el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en su mañanera del 10 de enero del 2024, se limitó a señalar “apoyamos al pueblo y al gobierno de Ecuador en esta situación, que yo espero que sea transitoria y se restablezca la paz en el país hermano de Ecuador, no tenemos información sobre mexicanos que estén afectados por los enfrentamientos”
Expresión que denota una falta de autocrítica al no reconocer que lo sucedido en Ecuador, ya se registra en otros países sudamericanos donde han comenzado a llegar los brazos de los cárteles mexicanos. Y aunque la preocupación del presidente giró en torno sobre posibles afectaciones a mexicanos por los enfrentamientos, se le olvidó el pequeño detalle que todo el caos ocasionado es consecuencia de la presencia de cárteles mexicanos. Mismos que al sentirse empoderados y protegidos desde nuestro país, se sienten con la libertad de expandir sus dominios con la intención de controlar a través de la plata o el plomo, no solamente el trasiego, sino también la siembra y cultivo de la materia prima. El libre mercado en su máxima expresión.
Recientemente, el tema de la circulación del dinero del narcotráfico en el Estado Mexicano volvió a cobrar relevancia cuando en la mañanera del 22 de febrero, el presidente diera a conocer que el diario estadounidense The New York Times tenía un reportaje sobre una investigación realizada por la controversial Administración de Control de Drogas (DEA), sobre presuntos vínculos con el narcotráfico de su círculo cercano durante su campaña del 2018. Causando revuelo nacional e internacional, sin embargo, rápidamente se torno en un tema mediático con claras intenciones de golpeteo político y no por una verdadera preocupación por el combate al narcotráfico.
El mal trabajo de The New York Times se evidenció ese mismo día cuando se publicó el trabajo “Estados Unidos examinó acusaciones de vínculos de cárteles con aliados del presidente de México”, en el cual se reconoce que la DEA no encontró una conexión directa entre el presidente y las organizaciones criminales. En una de esas se dieron cuenta que el personaje que recibió el dinero es un agente encubierto de su misma organización.
Empero, esta gris actuación por parte del medio americano fue sustituida por el atrevimiento del presidente en revelar datos personales, entre ellos el número telefónico de la periodista encargada de la publicación. Situación que ha sido considerada como una nueva agresión al periodismo.
Ante el reclamo por parte de algunos periodistas presentes en la mañanera del pasado viernes 23 de febrero por violar la Ley de Transparencia y Protección de Datos Personales, el presidente se defendió bajo el argumento de que “No puede haber un reglamento, ninguna ley, por encima de un principio sublime que es la libertad, prohibido prohibir” agregando que “no fue un error, lo volvería a hacer” ya que su autoridad moral está por encima de la ley.
En esta controversia entre la moral y la ley, es bueno recordar la guía ética para la transformación de México, presentada en noviembre del 2020 y que se compone por 20 principios. Documento que de acuerdo con el mismo presidente plantea las bases de la convivencia nacional, fortaleciendo la unidad de los mexicanos para rescatar valores y estimular mejores patrones de conducta.
Evidentemente olvidó señalar que esta guía no aplica si eres el presidente. De todos los principios de la guía, para los temas aquí abordados resaltan los siguientes: 2.- De la vida. No hay nada más valioso que la vida, la libertad, la seguridad de las personas; 12.- De la verdad, la palabra y la confianza. No mentir, no robar, no traicionar; 13.- De la fraternidad. Ser fraterno es hacer propios los problemas de los demás; 14.- De las leyes y la justicia. Al margen de la ley nada, por encima de la ley nadie; y, 15.- De la autoridad y el poder. El poder solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás.
Sin duda, no hay nada más valioso que la vida, pero esta ha sido arrebata a muchos mexicanos consecuencia de la libertad que le otorga a través de abrazos, el gobierno mexicano a las organizaciones criminales. Atentando en contra de la seguridad y bienestar, ya no solo de mexicanos, sino también de personas fuera de México. Olvidando toda fraternidad con Ecuador y otros países de la región, ya que además de no hacer propios los problemas de los demás, el presidente solo deseaba que la oleada de violencia fuera pasajera, sin mencionar que el origen y financiamiento de esa violencia se encuentra en suelo mexicano. Por si fuera poco, de leyes y justicia, de autoridad y poder, el presidente se hace un taco, no dejando dudas que su sentido del poder no es virtud porque solo está al servicio de él, al asegurar que no existe ninguna ley por encima suyo. En conjunto, son mentiras que le restan total credibilidad a su palabra y argumento de no traicionar ni mentir al pueblo bueno y sabio de México.
A saber, la situación de la migración y el narcotráfico en México son temas centrales que la agenda de la próxima presidente tiene que atender con urgencia. Diseñando políticas públicas y estrategias transexenales para la contención y mitigación del origen de estás problemáticas que están en camino a convertirse en bombas de tiempo que pueden dañar aún más la estabilidad social de nuestro país. Que, de no atenderse de manera eficiente, aumenta la probabilidad de desencadenar cada vez más el número de escenarios cercanos a una guerra civil en territorio mexicano.