La política migratoria del gobierno del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, presionado por el gobierno de Estados Unidos, exacerbó la violencia que se ejerce en contra de las mujeres en movilidad, de acuerdo con la doctora Josefina Manjarrez Rosas, investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Durante su participación en el onceavo seminario permanente “Mujeres y Género” realizado en el Instituto de Investigaciones en Humanidades de la UABJO, afirmó además, que estas estrategias de seguridad y control fronterizo se enmarca en un neoliberalismo que también ha exacerbado las desigualdades entre los países del norte del continente y del centro y sur.
“La estrategia de seguridad y control de las fronteras ha criminalizado a las personas migrantes o en movilidad, y afecta mayormente a las mujeres por su condición de género”. Las mujeres migrantes, dijo, son víctimas de violaciones sexuales, de abuso sexual, de trata de personas, de tráfico y de explotación sexual, entre otros delitos.
Manjarrez Rosas aseguró que en el gobierno de López Obrador el Estado mexicano endureció la política migratoria, a través de la militarización de la frontera sur con la presencia de miles de elementos de la Guardia Nacional, y por consiguiente, el aumento de las detenciones y deportaciones, las cuales se han intensificado desde el año 2010.
“Esto en un contexto de violencia institucional y criminal que ha afectado a las personas en movilidad, y que es mayor en contra de las mujeres: “la violencia hacia las mujeres en movilidad se ha convertido en un dispositivo de control”.
En entrevista, la doctora explicó que se ha documentado la violencia contra las mujeres, desde su lugar de origen o destino que las obligó a abandonar su hogar, y la que padecen durante el tránsito en su objetivo de llegar a los Estados Unidos de América por mejores condiciones de vida.
Esta violencia contra las mujeres que están en movilidad, agrega, también es utilizada como un mecanismo de control con la que se trata de persuadirlas para que no emigren: “también es un mensaje, efectivamente, de que si tú sigues viniendo eso te puede pasar, te pueden secuestrar, te pueden violar, te pueden meter en una red de trata”. La violencia, entonces, es utilizada por los mismos gobiernos o “gestores” de la migración, como los llamados “polleros” y el crimen organizado.
La investigadora de la BUAP creyó que con el gobierno de la Cuarta Transformación habría un cambio en la política pública para atender a las personas en condiciones de movilidad. Al principio, explicó, el Estado mexicano trató de regular la entrada de personas migrantes con el fin de que fuera ordenada y que cruzaran en buenas condiciones, pero con las presiones del gobierno de Estados Unidos, principalmente el de Donald Trump que amagó con imponer aranceles, se impidió que esta estrategia continuara.
A esta propuesta, también se implementó el programa Sembrando Vida en países del centro y sur de América, con el fin de ofrecer una fuente de ingresos y retener a las personas en sus lugares de origen; pero no fue suficiente porque hay una violencia estructural histórica en esos países que no se iba a resolver con un programa.
“Estados Unidos impidió que México siguiera la estrategia que quería hacer. Entonces, en lugar de eso, manda a la Guardia Nacional para detener a los inmigrantes, porque cuando el gobierno lanza esta estrategia de una migración ordenada, regulada y segura, empezó a llegar mucha gente, más caravanas, pero entonces, el gobierno de Estados Unidos con Trump se asustó y obligó a México a realizar detenciones”.
La investigadora Manjarrez Rosas señaló que es importante visibilizar la violencia que sufren las mujeres en condiciones de movilidad, y es por eso que sus investigaciones se realizan con un enfoque de género feminista, para ver que ellas están sufriendo una violencia específica, que sobre todo es la violencia sexual.
La violencia contra ellas, dijo, no se ve porque se esconde con un discurso neoliberal patriarcal que criminaliza la migración, y ponen en un mismo saco a todos y a todas.
“Pero las mujeres sí o sí van a sufrir violencia. De hecho, algunas inician su tránsito preparadas, entre comillas, consumiendo anticonceptivos o protegiéndose con otros varones porque saben que eso les va a ocurrir en el camino.
“Entonces ellas están expuestas a eso y también a la trata de personas, a la explotación sexual, a la prostitución, pero no se ve precisamente, porque las migrantes se supone que no son importantes en esta movilidad”.