Estamos en tiempo de canallas donde, en diversos niveles, tratan de colocarse “cortinas de humo” para desviar la atención hacia otros lados y no dejar pasar la contundencia de la verdad que es a lo que aspira una sociedad debidamente informada. Me refiero a los casos de García Luna y la desaparición de una pareja de activistas ocurrida entre Oaxaca y Veracruz.
Lo hizo el criminal Felipe Calderón desde su “exilio” dorado en España, luego de que una corte federal de Nueva York condenara a su brazo derecho y extitular de Seguridad Pública, Genaro García Luna, a 38 años de prisión.
Como un cobarde, toda vez que ya no está en el poder Andrés Manuel López Obrador, el expresidente panista ofreció declaraciones para insistir en su narrativa de que nunca supo ni fue enterado de las actividades criminales de su secretario, mismas que se traducen en colusión y protección a los cárteles, convirtiendo al país en un manantial sangriento, cuyas repercusiones seguimos sufriendo hasta la fecha.
Algunos kilómetros distanciarán a García Luna en prisión con El Chapo Guzmán condenado, pero a cadena perpetua. El juzgador estadounidense comparó al súper policía con el jefe del Cártel de Sinaloa por su conducta criminal desde la posición privilegiada en que lo colocó Calderón y la doble vida de traficar grandes cantidades de droga y tráfico de armas, además de otros delitos como extorsión, secuestros, cobro de piso y protección gubernamental, etcétera.
Es muy suave el calificativo de cínico que le adjudicó a Calderón la presidenta Sheinbaum, quien como cabeza del Poder Ejecutivo no ha decidido pronunciarse porque se le realice al expresidente una investigación judicial para esclarecer el grado de intervención que tuvo en los delitos por los que se juzgó a su “súper policía”. Si no lo hace, dicha indagatoria la podría solicitar una de las dos cámaras del Congreso. Calderón jura y perjura que volvería a repetir la misma estrategia de “combate” a la delincuencia que instrumentó, es decir, en asociación de ideas, volvería a poner a García Luna en el cargo.
Dicen que, si al enemigo no se le destruye, no tarda mucho en revivir y seguir actuando como si no hubiera pasado nada. Esta es la circunstancia de Calderón, quien se sintió liberado de culpas, porque su subordinado respetó el pacto de silencio para no involucrarlo. Sugerir mediante declaraciones que existe un rompimiento entre las filas del PAN, con el expresidente, pretende que no se siga escarbando en la probable implicación de Calderón como el rostro civil de una organización criminal asociada con la política. Vaya descaro.
Otra “cortina de humo”, es operada por quienes tratan de hacer ver que Alexander Hernández el esposo de la abogada y activista mixe, Sandra Estéfana Domínguez Martínez, tendría vínculos con la delincuencia organizada y que esto sería la causa de la desaparición de ambos. Esto tiene el objetivo de ensuciar la lucha por los derechos de las mujeres que ella ha realizado. Este fin de semana se cumplen 15 días y no aparecen, a pesar de la intensa búsqueda por parte de corporaciones federales y estatales.
La tolerancia o protección a Donato Vargas, funcionario encargado de la resolución de conflictos con el nombre de delegados de paz, pese a que según noticias habría rendido su “testimonio”, ante la Fiscalía, es un tizón encendido que obstruye el avance de una línea de investigación que la propia Sandra colocó hace tiempo.
Ella denunció que este personaje estaba implicado en la difusión de imágenes de contenido sexual que degradaban a jóvenes mixes, lo cual está tipificado como delito, y no es parte de la “grilla política”, como aduce el funcionario de marras. El activismo en la calle, sus familiares y un sector de la opinión pública exigen que no se descarte a nadie que pudiera aportar elementos para fortalecer la indagatoria. El objetivo es que aparezcan con vida.
Se les ha revictimizado, difundiendo videos que infieren una conducta supuestamente violenta de Alexander. Habrá que ver si las instituciones del gobierno federal y de derechos humanos, como la CNDH que participan en la búsqueda en la zona limítrofe con el estado de Veracruz, caen en esta estratagema.
Haría mucho bien que la presidenta Claudia e integrantes de su gabinete y su partido, morena, sean más empáticos con la lucha de familiares, feministas y activistas que demandan la aparición con vida de Sandra y Alexander. Que se haga realidad la esperanza de verlos regresar con los suyos y compañeros de causas, y que cese la narrativa oficial de que las protestas y exigencias de frenar y castigar las desapariciones de mujeres en Oaxaca es una manera de lucrar y “vivir del dolor ajeno”.
@ernestoreyes14