El 21 de marzo de este año se conmemora el 219 aniversario del natalicio del Licenciado Don Benito Juárez García, Presidente de México y Gobernador del estado de Oaxaca en diversos periodos. Figura política que forma parte de los más importantes que ha dado el estado oaxaqueño en materia de política estatal y nacional. En sus tiempos fue lo que hoy se conoce como un político del pueblo y para el pueblo, quien luchó por el pueblo oaxaqueño y mexicano, combatiendo la corrupción y los privilegios de la clase privilegiada a costa de los pobres.
Su gestión como gobernador de Oaxaca se caracterizó por lograr el equilibrio económico, dejando un superávit en el tesoro público (finanzas públicas), realizó diversas obras como caminos, la reconstrucción del Palacio de Gobierno, la fundación de escuelas normales, el levantamiento de una carta geográfica y del plano de la ciudad de Oaxaca. Se duplicó el número de escuelas en Oaxaca, de 50 pasaron a 100 en todo el estado, creó el puerto de Huatulco y construyó el camino hacia la capital, lo que permitió reducir el costo de varias mercancías que eran traídas de otros estados. Instaló un escritorio público para que cualquiera que lo solicitara pudiese hablar con él sin importar condición social o económica.
Hoy en día, los oaxaqueños tenemos un gobierno con un repetitivo discurso de ser cercano a la gente, de territorio y preocupado por el bienestar social. Sus principales defensores la denominan la segunda etapa para la consolidación de la cuarta transformación. Pero cuyos actos de nepotismo y ausencia de conocimiento político, hacen parecer al gobierno de la primavera oaxaqueña, no un gobierno democrático, sino más bien de un imperio familiar.
Con capataces, como Jesús Romero secretario de gobierno, a su disposición para imponer su ley a través de la calumnia llamando “sicarios de la información” a profesionales que dan a conocer la verdad de los manejos gubernamentales. Así, como también, permitiendo escenarios de inseguridad que no se habían visto en el estado, pero que se están convirtiendo en noticias cotidianas, normalizando la presencia y aumento de la incidencia delictiva.
Y no es para menos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana 2024, del INEGI, solamente en la Ciudad de Oaxaca, capital del estado, aumentó la percepción de inseguridad pública de 61.4% en diciembre del 2023 al 70.2% en diciembre del 2024.
Además, al cierre de febrero del 2025, según el reporte mensual del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Oaxaca registró 124 víctimas de homicidio doloso, de las cuales el 90% fueron asesinadas con algún tipo de arma de fuego. Cifras que posicionan a la entidad en el lugar 16 de víctimas de homicidio doloso por entidad, lejos de ser la quinta entidad más segura como lo aseguran los funcionarios de la primavera oaxaqueña.
Este mismo reporte señala que entre enero y febrero del presente año las víctimas de femicidios disminuyeron, sin embargo, según datos de organizaciones civiles como Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad, estas cifras oficiales presentan el 50% menos del total de feminicidios que en realidad suceden. De acuerdo con el Grupo de Estudios Sobre la Mujer “Rosario Castellanos”, en Oaxaca tan sólo del 1 de enero al 11 de febrero se contabilizan 10 feminicidios, con lo cual suman un total de 214 mujeres asesinadas de forma violenta durante el gobierno de Salomón Jara Cruz.
Y es que la realidad y percepción de la inseguridad en el estado va en aumento. Tan sólo en días recientes, en Huatulco desarticularon un centro de monitoreo junto con 40 cámaras que supuestamente pertenecían al crimen organizado. Esta situación llama la atención porque se lleva a cabo en un contexto de desapariciones en masa.
La primera, a finales de abril del 2024, siete hombres desaparecieron en la Zona de Mixtepec y Colotepec, en la costa Oaxaqueña; a principios de enero, la desaparición de siete jóvenes camino a Puerto Escondido que, después de más de dos meses, siguen sin aparecer. Y recientemente, a principios de marzo, fueron encontrados los cuerpos descuartizados de nueve jóvenes que habían sido reportados como reportados como desaparecidos a finales de febrero, luego de vacacionar en Zipolite y Huatulco.
En todos los casos, se tomaron como hechos aislados, y riñas internas entre bandas delincuenciales. Ante esta situación, funcionarios de gobierno han insistido que la costa oaxaqueña es un lugar seguro, con garantías para todos los ciudadanos, acusando a los medios no oficialistas de sembrar terror.
No obstante, en días recientes, en plena zona centro de Puerto Escondido, fue asesinado el expresidente municipal por Morena, Javier Cruz Jiménez, quien por cierto fue fundador del partido Morena en esa región.
En este contexto, y tomando en cuenta las declaraciones por parte del gobierno del estado sobre los hechos aislados de desapariciones y descuartizados, como un tema de delincuencia organizada, ¿será que el asesinato de un fundador y miembro de Morena también es un hecho aislado y relacionado con disputas criminales? ¿O ya se pueden aceptar que la costa oaxaqueña está comenzando a registrar indicios de un aumento criminal como sucedió en su momento en Acapulco y Cancún?
Aunque no sólo en la zona costera se registran casos que deberían de encender focos de alarma. De acuerdo con el proyecto de movimientos sociales “Alas y Raíces”, la persecución, el hostigamiento y las amenazas a periodistas, defensores de derechos humanos y de la tierra, a activistas y organizaciones sociales, campean en Oaxaca, convirtiéndolo en el estado más peligroso para estas actividades, registrando que, desde el 2018 y hasta inicios de febrero de este año, se registran 58 personas defensoras asesinadas y otras seis se encuentran desaparecidas.
Pero la inseguridad se ha vuelto un tema que aqueja no solo a la sociedad civil, sino también a la clase política.
Datos del informe Votar entre balas 2025, de la consultora Data Cívica, señala que del 2024 y en lo que va de este año, Oaxaca se posiciona en el tercer puesto con el mayor número de ataques del tipo político-criminal, solo por debajo de Jalisco y Sinaloa. Registrando el mayor número de ataques a las autoridades de elección popular y fuerzas de seguridad fuera de combate; además, por tipo de partido, el mayor número de ataques registrados fueron en contra de candidatos afines a Morena y con afiliación independiente.
Sin duda, el humanismo de la familiar primavera oaxaqueña se encuentra floreciendo entre la sangre de matanzas y desapariciones. Por tal motivo, el nuevo eslogan del gobierno oaxaqueño, “Estamos haciendo lo que nunca se hizo”, queda como anillo al dedo.
No obstante, para el mandatario estatal todo va de maravilla. En días recientes, Salmón Jara, en su faceta de “líder de opinión” publicó en un reconocido medio nacional, una columna resaltando la honestidad, responsabilidad y orden de su gobierno. Utilizando cifras macro sobre el crecimiento económico de Oaxaca, haciendo alarde de conceptos tan ambiguos como “pagamos”, “invertimos”, que no dicen nada, siendo palabras vacías cuando la realidad muestra lo contrario a sus datos.
De acuerdo con el CONEVAL y la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, al cierre del 2024, en Oaxaca el 60.1% de población se encuentra en situación de pobreza laboral al no poder adquirir una canasta alimentaria con su ingreso laboral; al cierre del 2023 el porcentaje era de 58.7%. Lo cual cobra sentido considerando que la desigualdad económica, medido con el coeficiente de Gini, pasó de 0.400 al cierre del 2023 a 0.416 para finales del 2024. Es decir, la concentración y distribución de ingresos entre la sociedad oaxaqueña es cada vez más reducida. Sumado a que, al cierre de febrero del 2025, se registra una pérdida de 1,270 empleos formales, con una tasa negativa de menos pesos producidos por hora trabajada, y con 78% de población con empleos informales.
Desafortunadamente, en Oaxaca los buenos resultados y avances significativos solo se logran ver con los ojos de los que se encuentran en el gobierno estatal, y en beneficio de éstos.
Recientemente, el secretario de las Culturas y Artes del Gobierno de Oaxaca, Flavio Sosa, fue trasladado vía aérea a la Ciudad de México para recibir atención médica debido a un cuadro de infección y de reacción alérgica. Lo cual genera interrogantes sobre del porqué de su traslado a otro estado cuando en Oaxaca, según Salomón Jara, no hacen falta ni medicamentos, ni insumos ni equipo médico para nadie.
Pero esto no es sorpresa, desde el inicio de este gobierno se ha demostrado un día, y al otro también, que es más importante invertir en papel picado que en la compra de insumos médicos, o que tiene más valor desvalorizar el concepto de “tequio” por encima del respeto a los días de descanso y convivencia familiar de los trabajadores de confianza y por contrato.
Por si no fuera poco, para el gobierno humanista de Salomón, es más importante el pago de un concierto por poco más de 12 mdp, cuatro veces más de su costo real, justificando que de este tipo de eventos mejora la calidad de entretenimiento de los oaxaqueños, en lugar de constituir algún fideicomiso para los heridos y familiares de las víctimas de la tragedia de la volcadura de un autobús de simpatizantes de Morena que regresaban de un evento en la Ciudad de México.
Esto resulta incongruente con el discurso humanista Jarista ya que, en diversos medios, tanto el gobernador como su secretario de gobierno, y otras figuras políticas relevantes del morenismo local, argumentan que muchas de las víctimas y fallecidos eran “amigos de mucho tiempo, y compañeros de lucha y del movimiento desde hace mucho”, pero cuya amistad e identificación política, no fue suficiente para acceder a una compensación.
La primavera oaxaqueña es el mejor ejemplo para la aplicación de la teoría del caballo muerto. Metáfora utilizada para describir la tendencia a continuar con ideas o estrategias obsoletas, que, para el caso del gobierno oaxaqueño, sus decisiones y argumentos persisten con ideas fallidas o sistemas rotos. Evitando aceptar la realidad, ni tampoco reconociendo cuándo es momento de hacer cambios a través de una mentalidad crítica.
Así pues, el gobierno de Oaxaca, más que un gobierno impulsor de proyectos propios de desarrollo integral, esta convertido en un gobierno oportunista y administrador del presupuesto y programas federales. Para muestra la adjudicación del bacheo de diversas vialidades, programa federal denominado “Bachetón”, con una inversión de 4,000 mdp para las 32 entidades federativas, pero que el gobierno Jarista ha hecho hasta lo imposible para hacer pensar que es un programa estatal. Y no hablemos de las carreteras recién inauguradas o de los hospitales inaugurados el día de ayer durante la visita de la presidenta, en ambos casos fueron gracias al presupuesto federal.
El parque denominado “primavera oaxaqueña”, siendo hasta hoy la única obra gestionada y financiada por el gobierno del estado, que además de ser inaugurada antes de estar completa, fue realizada con sobrecosto, y que, de acuerdo con diversos especialistas consultados, su monto total no coindice con lo que se ofrece en dicho recinto.
Por todo lo anterior, si Don Benito Juárez viviera, sin duda se volvería a morir de ver la aberración de lo que hace un autodenominado gobierno del pueblo. No sin antes organizar la revocación de mandato, y seguramente también ser llamado un sicario de la información. El morenismo Oaxaqueño que se ha convertido en el cáncer para el Movimiento de Regeneración Nacional. Al tiempo.