El Viernes Santo, es un día de profundo recogimiento en México, donde la comunidad católica conmemora la crucifixión y muerte de Jesucristo. En todo el país, las iglesias realizan la Liturgia de la Pasión, que incluye la lectura del Evangelio, la adoración de la cruz y la comunión, mientras los fieles ayunan o se abstienen de carne en señal de penitencia.
La representación del Viacrucis, que recrea las estaciones del camino de Jesús al Calvario, es la tradición más emblemática. En Iztapalapa, Ciudad de México, la 182ª representación reúne a más de un millón de personas, con actores locales portando cruces en el Cerro de la Estrella. Este evento, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial, combina devoción y teatro comunitario, transmitido en vivo para millones más.
Otras regiones, como Taxco, Guerrero, y Querétaro, destacan por procesiones solemnes donde cofradías y penitentes, algunos con cadenas o flagelaciones simbólicas, recorren las calles. En San Luis Potosí, la Procesión del Silencio, con miles de participantes vestidos de negro, crea un ambiente de luto acompañado por tambores y rezos.
La gastronomía refleja la solemnidad: platillos como romeritos, tortitas de camarón y capirotada predominan, evitando carnes rojas. En comunidades indígenas, como en Chiapas, se realizan rituales sincréticos con altares adornados.