Jazmín GÓMEZ
El suave aroma de la flor de cempasúchil o flor de muerto, del cacao y la canela que se desprenden de la humeante taza de chocolate, de la combinación de chiles que logran el sabor exquisito del mole rojo, del delicioso sabor del pan, de las frutas frescas de temporada como las manzanas, los plátanos, las naranjas o las mandarinas, todo esto y más dan muestra de que en Oaxaca estamos de celebración con las Fiestas de Muertos.
En este estado, en las casas, en oficinas públicas y privadas, en espacios públicos como el atrio de la Catedral Metropolitana, otros templos, bibliotecas y escuelas colocan el acostumbrado altar de Muertos, que tienen vistas relucientes de colores como el amarillo de la flor tradicional que es el cempasúchil, el rojo de la llamada flor Cresta de Gallo, del café-amarillo del pan, y de los múltiples colores que caracterizan a las frutas, a la calabaza, la caña.
Palpas de coco y carrizo adornan altares de la Costa, tapetes de palma los de la región Mixteca, servilletas bordadas a mano a la región del Sur, y los 7 escalones a los altares de la región de Valles Centrales, cada región, cada municipio tiene su peculiaridad. Aun cuando esta conmemoración está relacionada a la religión católica, en Oaxaca simboliza unión familiar, cultura y arte, riqueza de nuestro patrimonio.
Se celebra a la vida y a la muerte, se recuerda aquellas personas o seres queridos que se han ido de este mundo, pero también se convive con quienes estamos vivos compartiendo el pan, el chocolate, el mole.
La colocación de altares comienza el 30 del mes de octubre, y se quita pasando el 2 de noviembre, cuenta la tradición que el 31 de octubre es Día de Todos los Santos llegan a las 12:00 los angelitos (bebés que murieron muy pequeños), se van a las 12 del día siguiente y llegan los difuntos adultos, quienes se van a las 2 de la tarde del día 2 de noviembre. Los muertos visitan a los vivos.
En este estado también son tradicionales las comparsas los días 1 y 2 de noviembre, personas disfrazadas de personas muertas, así se ven por las calles de las poblaciones desfilar a grupos de personas disfrazadas de enfermeras, doctores, padres, de la llorona, la viuda, la novia, el novio, el sacristán, el hacendado, y de la muerte.
Otra de las costumbres son las veladas en los panteones, en donde familias enteras se reúnen en torno a las tumbas de sus seres queridos que son adornadas también con las flores de la temporada, ahí cantan, conversan y recuerdan de lo que hicieron en vida sus familiares; mariachis y duetos ofrecen sus servicios que son contratados por decenas de familias.
Algunos municipios con esta tradición de velar en los panteones son Santa Cruz Xoxocotlán, en donde las veladas se realizan el 31 de octubre y el municipio de Oaxaca de Juárez, cuya velada se realiza el 1 de noviembre, por lo regular en el Panteón San Miguel y que este año se realizará en el Panteón de Xochimilco, por los daños que ocasionaron los sismos de septiembre. Las autoridades de ambos municipios también organizan actividades alrededor de los panteones, conciertos con música tradicional, exposiciones, presentaciones de leyendas, entre otras.
En Oaxaca también es costumbre, en algunos municipios, visitar a los padrinos y madrinas de los sacramentos inculcados por la religión católica, padrino y madrina de bautizo, comunión, confirmación y de matrimonio. Ahijados y ahijadas conviven con padrinos y padrinas tomándose un chocolate y un pan ofrecido por los anfitriones. En la región de la Costa, principalmente, el o la ahijada llevan una gallina a su padrino y madrina y saliendo de la casa, el padrino y madrina le dan un obsequio.