Cuando Georgia Bowen nació mediante una cesárea de emergencia el 18 de mayo, inhaló, lanzó los brazos al aire, lloriqueó dos veces y su corazón se detuvo.
La bebé había tenido un infarto, seguramente cuando aún estaba en el vientre materno.
Su corazón estaba profundamente dañado; una gran porción del músculo había muerto, o estaba a punto de morir, lo que había derivado en el paro cardiaco.
Los médicos la mantuvieron viva con una enorme máquina que desempeñaba el trabajo de su corazón y sus pulmones.
Un procedimiento médico que puede salvar corazones
Los doctores la trasladaron del Hospital General de Massachusetts, donde nació, al Hospital Infantil de Boston, y decidieron probar un procedimiento experimental que no se había intentado antes en ningún ser humano tras un infarto.
Tomaron mil millones de mitocondrias —las fábricas de energía presentes en cada una de las células del cuerpo— de un pequeño trozo de músculo sano de Georgia y las introdujeron mediante una infusión en el músculo cardiaco dañado.
¡Vamos Georgia!
Las mitocondrias son orgánulos minúsculos que alimentan las funciones de las células, y son de los primeros componentes celulares que mueren cuando la célula está privada de sangre rica en oxígeno. Una vez perdidas, la célula misma muere.
Sin embargo, una serie de experimentos ha encontrado que las mitocondrias frescas pueden revivir a las células que flaquean y permitirles recuperarse rápidamente.
En estudios con animales realizados en el Hospital Infantil de Boston y otros lugares, los trasplantes de mitocondrias revivieron el músculo cardiaco pasmado, pero no muerto aún, debido a un infarto, además de revivir también pulmones y riñones dañados.
Las infusiones de mitocondrias también prolongaron el tiempo de almacenamiento de los órganos antes de usarse para trasplantes, e incluso aminoraron el daño cerebral que ocurre inmediatamente después de un accidente cardiovascular.