La intempestiva e injusta partida del maestro Francisco Toledo sigue conmocionando a Oaxaca y al país entero. No sólo las artes están de luto, también la lucha social, el compromiso perenne con la creación plástica y el compromiso cotidiano con los que menos tienen. Fue una luz y seguirá siendo una fuente inagotable de creatividad estética y de exigencia inclaudicable por un mundo de mayor equidad social, de oportunidades para todos.
Como dije en un tuit el mismo día de su deceso, Francisco Toledo ¡Vive por siempre! Luchador inalcanzable por las mejores causas de México y de Oaxaca. Siempre al lado de los más necesitados. Artista de dimensión universal
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El maestro Toledo fue un artista polifacético, el más destacado del país en el siglo XXI, que trabajó con extraordinario colorismo la acuarela, el óleo, el gouache y el fresco, pero también la litografía, el grabado, el diseño de tapices, la cerámica o la escultura en piedra, madera y cera, buscando siempre renovar formas y técnicas. Hombre comprometido con sus orígenes indígenas, fue uno de los máximos promotores de la defensa del patrimonio artístico y cultural del estado de Oaxaca.
El maestro Toledo, en una grandeza alimentada en sus andares por su tierra natal y sus vivencias de ultramar, fue un oaxaqueño excepcional, un mexicano ejemplar y un ciudadano universal. En efecto, las obras de Francisco Toledo han sido expuestas en las galerías más emblemáticas de ciudades como París, Barcelona, Oslo, Nueva York, Londres, Ginebra y en varias metrópolis más.
La inigualable trayectoria del maestro juchiteco le valió diversos reconocimientos, como el premio anual Federico Sescosse, otorgado por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, el Premio Alternativo al Nobel Right Livelihood, el Premio Nacional de las Artes, entre muchos otros, por su labor incansable en el ámbito creativo.
El mejor homenaje a Toledo es secundar su ejemplo de integridad personal, defensa de la identidad y el patrimonio cultural, visión universal y lucha permanente por las causas de los desposeídos, comenzando por los pueblos indígenas, los dueños originales del continente. Cómo no tener presente la lucha que dio durante décadas, sobre todo, por el Oaxaca que siempre quiso, multidiverso, con una identidad propia, de riqueza inconmensurable, capital cultural de América.
Especialmente, la lucha transexenal que dio, con su iniciativa y empuje, para el rescate del Ex convento de Santo Domingo, y su consolidación posterior en un esfuerzo que tuvimos la oportunidad de acompañar desde el gobierno de Oaxaca, en la culminación de la restauración del propio templo, con sus arreglos y sistema de luces, así como acondicionamiento del complejo arquitectónico total.
Ahí mismo apoyamos su iniciativa para la creación y el embellecimiento del jardín etnobotánico, junto con Alejandro de Ávila.
El maestro Francisco Toledo fue también un promotor incansable de otros importantes espacios culturales, como el Centro de las Artes de San Agustín, CASA, proyecto majestuoso que hoy puede visitarse y que nació luego de la donación que hizo el gobierno de Oaxaca de la antigua fábrica de San Agustín, esfuerzo en el que también participó Ildefonso Zorrilla, desde la sociedad civil.
También destaca su iniciativa para construir el Museo de los Pintores Oaxaqueños, y que definimos juntos, para que hubiera un salón para el propio maestro Toledo, otro para Rufino Tamayo, uno para Rodolfo Morales y uno más para exposiciones de los múltiples y talentosos artistas plásticos oaxaqueños vivos.
Es visible también su mano generosa y creativa en otras destacadas obras y edificios históricos, que junto a la demás edificaciones han hecho de la ciudad de Oaxaca un patrimonio cultural de la humanidad, como la restauración del teatro Macedonio Alcalá, del Palacio Federal y el Paraninfo Universitario.
También estimuló y concretó la creación de la Casa de la Cultura de Juchitán, y más tarde del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca y del Museo de Arte Popular de San Bartolo.
En la vertiente de la defensa de la identidad y la belleza arquitectónica de Oaxaca, cómo no tener presente su lucha para evitar la apertura de una sucursal de un McDonald’s, en pleno Centro Histórico de Oaxaca. Como también se opuso a la construcción de un centro de convenciones en el Cerro del Fortín, que hubiera lastimado la naturaleza y la armonía urbana del lugar.
En su compromiso con los que menos tienen, acompañó la lucha de comuneros por su tierra, trabajadores por sus derechos gremiales y recientemente, durante los infaustos movimientos telúricos de septiembre de 2017, instalando cocinas comunitarias para dar alimentos a quienes en Juchitán y municipios aledaños perdieron su vivienda y patrimonio.
En suma, el reconocido artista plástico, ambientalista y filántropo dejó un legado indeleble en Oaxaca con su prolífica obra y labor social. Estoy seguro de que, desde donde esté, el maestro Francisco Toledo seguirá preocupado por un mundo mejor para los más desfavorecidos y ahora, mirando al infinito, compartirá su enorme talento artístico con Diego Rivera, Siqueiros, Orozco, Velasco, Tamayo, Morales y otra pléyade de artistas mexicanos de talento universal.
Desde allá, desde el infinito, seguramente estará pintando y retratando, con esas inteligencias lúcidas y monumentales, la colorida realidad oaxaqueña y mexicana, con sus luces y sombras, con sus contrastes naturales y sus conflictos sociales, con su alma única, que tanto nos enorgullece a todos los mexicanos.