Conocer la formación, desarrollo y acción de la identidad de este personaje puede ayudar a explicar su desempeño como gobernante. La identidad de los gobernantes es el sello más importante en sus decisiones políticas, sumado las circunstancias.
En primer lugar, es pertinente iniciar el análisis con el lugar de origen de nuestro personaje. Ser tabasqueño le imprime una personalidad específica. Si acordamos con Montesquieu, el clima es importante para definir la naturaleza de los regímenes políticos y de los gobernantes, en este caso no pretendemos desmentir a este analista francés.
Los tabasqueños se distinguen por ser apasionados, tratan siempre de controlar sus pasiones pero casi nunca lo logran, salvo excepciones muy contadas, AMLO no es la excepción, le gana la pasión más grande que tiene: la política. Es un animal político.
En este caso, la política entendida como al servicio de los demás, ahora, en él, en lo particular, predomina su pasión por el servicio a los más desfavorecidos por la estructura social. Él entiende la política como providencia, como proveer, por eso su acción política en este marco se denomina providencialismo.
Además de la predominancia de las pasiones, los tabasqueños se distinguen por ser inteligentes, estudiosos, meticulosos en sus acciones, afirmaciones y decisiones, no dejan nada a la deriva, son perseverantes en lo que desean, hasta llegar a la necedad. Además de cuidadosos en las formas políticas, muy educados en este aspecto. Son irónicos y estratégicos en el debate político, además de un sentido del humor envidiable. Por el predominio de sus pasiones, suelen ser con un don de mando imperativos. AMLO cumple con casi todo de esta definición.
A pesar de este apasionamiento por la política, no ha convocado la vía violenta para la toma y del ejercicio del poder político, desde luego, sus pasiones se manifiestan en su constante rebeldía en contra de las injusticias. Es un hombre de convicciones firmes que lo hace inmune del ataque de sus adversarios. Desde luego, como todo tabasqueño, es un soñador, un hombre imbuido de humanismo, no es un hombre que se le defina en las geometrías políticas tradicionales, simplemente es un servidor público esmerado en hacer las cosas correctas y correctamente. Entre ser hombre de trópico y empedernido soñador, el investigador Krauze lo ha bautizado acertadamente como “mesías tropical”.
Hombre de trópico, hombre de pasiones y de firmes convicciones, lo refleja como Presidente de la República. Así que será inútil solicitar un carácter templado en su ejercicio gubernamental y bajarlo de su nube solicitando mayor realismo en su ejercicio de gobierno. Él se maneja, por esto, más por creencias que por ideas, las creencias a diferencia de las ideas, están cimentadas en la estructura de la personalidad y en la mente, las ideas son volátiles las creencias no.
Por su formación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM en la década de los setenta, abrevó la expansión de la teoría crítica social, económica y política vigente de esa época. La influencia de maestros latinoamericanos que se refugiaron en México a causa de sus gobiernos autoritarios y dictatoriales, seguramente dejó huella en las concepciones políticas y en la ideología de nuestro personaje. El marxismo revisitado, la teoría de la dependencia, del subdesarrollo, el estudio del peronismo, se refleja en las ideas de AMLO.
Habría que decirlo, es resultado también del esfuerzo teórico y práctico para superar el trauma del movimiento estudiantil del 68. La renovación de los profesores mexicanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la nueva situación del país, de sus posibles derroteros influyó seguramente en el futuro Presidente de la República.
Su compromiso político con base en las ideas abrevadas en la Universidad se impone, a pesar de su breve incursión en la carrera burocrática, iniciando así su carácter de luchador social y de compromiso por las mejores causas de México. Estar en los movimientos sociales, ser líder de dos partidos políticos que les otorga su sello, su experiencia de gobierno de la Ciudad de México, lo hacen adquirir la experiencia necesaria para el ejercicio de gobierno y de la lógica burocrática de las decisiones y del trabajo en organizaciones.
Todo este ser es lo que es, ayudado por las circunstancias de México, AMLO es un producto de su tiempo. Es un ser humano que se obliga hacer lo que tiene que hacer, su parte pues, la otra parte lo hacen las circunstancias.
En Las Meditaciones de Don Quijote, Ortega y Gasset escribe una frase que le queda bien a nuestro Presidente: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Los tiempos de Latinoamérica y de México son de personajes como Andrés Manuel López Obrador, sean de izquierda o de derecha, los distingue su constante recurrencia al pueblo, sus proteccionismos estatales, sus carismas y a la concentración del poder político en sus manos.