* No se hacen visitas ni se adornan los panteones
“Los que de verdad amamos la tradición, los Días de Muertos, son días de estar en casa, de regocijo familiar, no salimos, tenemos que estar ahí, esperando, sentados en la hamaca, y solo si hay gran necesidad de salir lo hacemos, afirmó el promotor cultural Vidal Ramírez Pineda.
Durante la charla “Todos Santos en la cultura zapoteca del Istmo” que ofreció en las oficinas de la Asociación de Periodistas de Oaxaca, el promotor cultural expresó que en estas fechas, las familias del Istmo no acostumbran ir al panteón, esperan en sus casas a sus fieles difuntos y corresponden a esa visita en el Domingo de Ramos, en la Semana Santa.
Comentó que en la cultura zapoteca históricamente el cordón umbilical de los recién nacidos lo guardaban en una olla y lo guardaban en un lugar bajo un árbol o en las esquinas de sus casas.
“Significaba un acto de veneración y respeto porque representa la comunicación que madre e hijo o hija tuvieron a través del alimento de vida. Por ello al estar ahí los ombligos en la casa, se dice que por ello llegan las almas en estas fechas”, dijo.
Ramírez Pineda indicó que cuando una persona muere, en Juchitán son nueve días de rezos para acompañar al espíritu y alma del difunto al más allá y si es niño o niña se le viste de blanco, se le hace una cuna en una mesa con cuatro pilares y se decora como cielo, cuando es una persona joven soltera, se truenan cohetes, hay música y amigos y amigas abrazándose algo como una fiesta, cuando es adulta la persona es distinto.
El promotor cultural explicó que quienes mueren después de Todos Santos hasta julio son merecedores de una ofrenda, quien muere después de julio el primer año no se les coloca ofrenda.
Entre las ofrendas que hace años se colocaban, precisó el promotor, se encuentran los ciruelos, chicozapote, tamales, tamal de frijol, chocolate, flores del campo, en la actualidad se reflejan muchos cambios, se les colocan flores, papel picado, hasta las pizzas y los refrescos aparecen, esto porque los tiempos han cambiado entre lo que se consumía antes y lo que se consume ahora.
Precisó que en Juchitán hay dos formas de colocar el altar, uno de escalinatas y otro triangular, algunos ponen siete niveles, otros nueve, hay quienes ponen hasta quince pisos, pero realmente lo que se ve es que mucho depende del espacio en el que vivió la persona ahora muerta.
En Juchitán, municipio de la región del Istmo de Tehuantepec, tradicionalmente existen dos formas de colocar las ofrendas, del centro hacia el sur lo hacen en forma de retablo floral y del centro hacia el norte utilizan la colocación de escalones.
“En este lugar, los anfitriones se preparan, pintan y arreglan los hogares, se colocan cortinas nuevas o perfectamente limpias, es como si en estas fechas hubiera una fiesta, una boda, un nacimiento, una mayordomía, se hace una presentación hermosa como le gustaría verla a quienes se han adelantado”, agregó.
Puntualizó que desde el 30 de octubre se recibe a los difuntos de todas las edades en la región del Istmo, no hay separación entre niños, niñas o personas adultas, son días de verdadero regocijo familiar.