El presidencialismo acentuado, lo llamo de esta manera porque el presidencialismo está en la naturaleza histórica del cuerpo político de los mexicanos. Que a veces adopta la figura de salvador de la patria, de la construcción nacional, de la justicia social, del abuso del poder o de la corrupción, son la diversidad de su expresión.
El presidencialismo acentuado del obradorismo es de reconstrucción de lo perdido a través de nuestra historia, fundamentalmente, por la muerte de la Revolución mexicana ocurrida en los años ochenta del siglo pasado.
Su naturaleza nace del siguiente recorrido. México nace a partir de la negación del colonialismo, se prefigura por el laicismo, se forma por la justicia social, aquí tenemos las tres revoluciones o las tres transformaciones.
La Cuarta Transformación es la recuperación de los valores perdidos de las tres transformaciones, el nacionalismo, las libertades y la justicia social. Para lograr esto es necesario recuperar también lo que las hicieron posible: los pensamientos y las ideas, los hombres o el hombre y la organización, o para hablar en términos marxistas: la vanguardia revolucionaria y el sujeto de la historia.
En la emancipación y en el inicio de México fue la incorporación de la cultura precolombina, la grandeza de los pueblos de América, México pues, es profundamente moreno, su esencia es América, su negación Europa. Su virgen es morena, su grito y estandarte la misma virgen.
La segunda Transformación es la negación de toda servidumbre, sea política, racial o religiosa, es profundamente liberal y libertaria. En esta época, nacen los enemigos de México, de acuerdo al discurso oficial: los conservadores, quienes gustan de la servidumbre, de la jerarquía, de la dominación y del racismo.
De la tercera transformación se subraya la indignación a la desigualdad, de la profundización del nacionalismo, de la búsqueda del México igualitario, moderno y dinámico, que tenga un lugar en el concierto de las naciones en progreso,
El México moreno fue sustituido por el México blanco, las libertades por la corrupción y el egoísmo, la lucha por la igualdad por la competencia y en señorío del mercado, la Regeneración Nacional no podía, ni puede e esperar.
Cada una de las etapas tuvo su hombre providencial y su idea fundamental: la Independencia en los curas revolucionarios. La Reforma en el grupo liberal. La Revolución en sus caudillos. Las ideas: la independencia, la libertad, la justicia. Sus males, el colonialismo, el conservadurismo, el elitismo, la corrupción y la exclusión de las masas del proyecto nacional.
Aquí observo la primera distinción de la Cuarta Transformación: toda la épica transformadora o revolucionaria, toda la regeneración de un régimen político, de un Estado, de un gobierno, de la administración pública, la creación de una nueva conciencia nacional renovadora, es trabajo, labor, proyecto, esfuerzo, de un solo hombre: Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México.
Esta situación es única en la historia nacional. No hay referencia a alguna clase, como por ejemplo obreros o campesinos. No existe la organización vanguardia de clase, por ejemplo, el partido. Puesto que MORENA no llega a partido, está desideologizado, es una suma amorfa de aspirantes, de ambiciosos, de oportunistas, de arribistas, desde luego, caben las excepciones. El partido no le sirve al Presidente, depende del propio partido asumirse como compañero de viaje del Presidente.
Los indígenas, el grupo consentido del Presidente, es un grupo que busca su emancipación no la emancipación de México, pero siempre con nuestra nación, no caminan por el mismo sendero, hay divergencia a pesar de la política de asistencia del gobierno.
La clase obrera ha perdido combatividad por el propio desarrollo del capitalismo, se volvieron consumistas, lo bueno del Tratado de Libre Comercio, la democratización sindical. Se espera que en esta democratización suja un fuerte movimiento obrero de respaldo al nuevo régimen.
La clase gobernante: gobernadores, presidentes municipales, diputados, senadores, directores generales, subsecretarios y secretarios de Estado, no se constituyen como compañeros de viaje sino subordinados, a veces atentos, dinámicos, pero la mayor parte son rémoras del pasado, con conductas poco proclives al cambio y a la eficacia y eficiencia. Son el elefante reumático, torpe y corrupto a que se refiere el Presidente.
El Presidente está solo ante el enorme dragón del antiguo régimen. Además tiene que sortear con la presión del presidente americano, la demanda de los empresarios, de los sindicatos que lo acompañaron en la campaña, de los amigos que se sienten con derecho de gozar de un cargo como en la usanza.
Además de todo lo anterior, el estilo del Presidente no gusta, por ejemplo, la confrontación constante con sus opositores, su excesivo protagonismo, et; sin embargo, veo un sector en que se apoya el Presidente: el pueblo uniformado, es decir, el ejército y la marina nacionales.
El nuevo régimen se puede entender como la militarización o la civilicidad del ejército. Esta es la cuestión, yo creo que es lo segundo.