De acuerdo con una columna de Raymundo Riva Palacio, una parte de la crisis del AH1N1 en 2009 puede atribuírsele a Hugo López-Gatell, quien como director general de Epidemiología de la Secretaría de Salud, no reaccionó con la velocidad que requería un brote de neumonía atípica durante marzo y principios de abril de ese año.
Tampoco fue lo suficientemente capaz para aportar información correcta al entonces subsecretario, Mauricio Hernández, quien estaba proporcionando información errónea al presidente Felipe Calderón, mezclando casos confirmados con casos por confirmar, por lo que estaba tomando decisiones equívocas.
La alerta tardía sobre aquel brote epidemiológico obligó a Calderón a pedirle al secretario de Salud, José Ángel Córdova, que lo cesara. El Gobierno decretó la alerta el 23 de abril y las medidas que se tuvieron que tomar para contener la pandemia fueron draconianas. A López-Gatell no lo despidieron, pero lo relegaron a responsabilidades menores.
Hoy, López-Gatell, el funcionario de Salud de mayor confianza del Presidente Andrés Manuel López Obrador, lo está encausando tomar decisiones tardías y erráticas, que ponen en alto riesgo al país, al mal informarlo y al desinformar a la nación durante sus conferencias de prensa para reportar el estado de la epidemia del coronavirus en el país. La información es crucial para la toma de decisiones correcta, así como también la reacción veloz que se requiere para contenerla.