Falta de usuarios. Señalamientos por no respetar los protocolos sanitarios por la Covid-19 e incrementar de manera ilegal la tarifa hasta en un 40 por ciento, así celebran cientos de trabajadores del volante el Día del Taxista en Oaxaca, en una de las peores crisis que han tenido que sortear.
A diferencia de otros años, en donde muy temprana hora ya se veía la algarabía entre los taxistas, este 12 de agosto amaneció y se sintió diferente, pocos taxistas con ánimos de festejar, la mayoría solo tiene un objetivo reunir la cuota del día y “sacar para el gasto de la familia”.
Don Julio del sitio Zaachila indicó que ve con tristeza como sus compañeros de los sitios del centro-taxis amarillos- esperan varias horas para cargar un pasaje. “Nosotros los foráneos sí nos pegó esto del Covid, pero siento que a los amigos amarillos más”, comentó mientras esquivaba un bache.
También agregó que este día no hay mucho que celebrar, primero porque no hay condiciones debido a la Covid-19 y porque la mayoría sólo piensa en reunir la cuota y sacar los gastos del día, por ello con tristeza mencionó que la crisis sanitaria “barrió parejo”.
Al cuestionarlo sobre los señalamientos de que los taxistas foráneos no respetan las medidas sanitarias, aceptó que hay molestia y con justa razón, porque no todos sus compañeros se acataron a las medidas sanitarias “y hasta ahorita ahí andan sin cubrebocas, pero ya queda de cada quien”, remató.
Don Julio acertó en la comparación que hizo entre taxistas foráneos y los amarillos, estos últimos fueron los primeros en desinfectar sus unidades, sin embrago no había pasajeros, en los momentos más críticos de la pandemia se observó en los sitios largar filas de unidades sin un solo pasajero.
Mientras que a falta de urbanos, los taxis foráneos cargaban lo normal de pasajeros, aún cuando la Secretaría de Movilidad les pedía que solo subieran tres pasajeros, incluso hubo denuncias de usuarios en donde exhibían cobros excesivos de pasajes.
Este día pocos adornaron sus unidades “ya ni el 2006 estuvo así de feo”, dice Don Julio, quien apresurado ya quería llegar a su casa a tomar una taza de café, porque el día también entristeció junto con los cientos de taxistas de Oaxaca.