Por Eduard Ribas i Admetlla
(EFE).– La oposición mexicana, que no ha sabido ni podido levantar la cabeza desde el triunfo arrollador de Andrés Manuel López Obrador en 2018, se ha hundido todavía más en el descrédito provocado por el tsunami político de la trama Odebrecht, en el que el Presidente surfea con comodidad.
La gota que ha colmado el vaso tiene el nombre de Emilio Lozoya.
El exdirector de Pemex extraditado desde España por recibir 10.5 millones de dólares en sobornos de la constructora Odebrecht presentó una denuncia en la que implica en tramas de corrupción a los expresidentes Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón.
Así como a la élite de los partidos que se han repartido el poder hasta ahora: el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN).
Un hecho que le ha venido como anillo al dedo a López Obrador, quien ve en la denuncia un documento que aglutina a todos sus rivales políticos y que publicita a diario para dejar sin opciones a la oposición en las elecciones intermedias del próximo año.
El descrédito de la oposición frente a un López Obrador, que conserva altos índices de popularidad pese a sus polémicas, no comienza en las elecciones de 2018 sino mucho antes.
“La oposición sufrió un revés histórico por múltiples errores que cometieron cuando fueron Gobierno. Había una clase política que no veía el temblor que venía pese al enorme malestar ciudadano por la corrupción y la falta de rendición de cuentas”, opinó Marco Fernández, politólogo del Instituto Tecnológico de Monterrey.
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